Expresión de vinos «únicos e irrepetibles», los grandes tintos de los hermanos Finetto representan un
ícono de excelencia a nivel internacional
Tras una visita a la bodega, con relativa degustación de Hatteso, Heletto, Hestremo y, sobre todo, Hurlo, se sale con una certeza: los vinos de Garbole son (y por tanto deben ser percibidos) como algo único, algo que en el El mundo del vino quizás nunca existió. ¿Pero por qué? Garbole, con sus grandes tintos, Hurlo a la cabeza, está fuera de la caja y fuera de la vieja lógica cultural y productiva. Sus vinos son considerados por quienes los eligen una expresión de puro disfrute y como tales se posicionan en los segmentos de restauración considerados más acordes con este mensaje, además de estar siempre presentes en las mesas privadas de los amantes del vino más exigentes. El objetivo de los hermanos Ettore y Filippo Finetto, patrocinadores de Garbole, en Tregnago (Vr), es transmitir el concepto de que Garbole es una marca que, aunque percibida como una subsidiaria directa de sus creadores, es capaz de expresar no tanto la singularidad de un territorio, el de Garbole, así como, sobre todo, la filosofía que hay detrás. En este sentido, Garbole no quiere enfatizar su narrativa en los aspectos técnicos de sus vinos, sino sobre todo en el agrado y placer que la degustación de estos grandes e importantes tintos provoca en quien se acerca a ellos. Sin análisis, sin análisis en profundidad, sin historia particular. Sólo pasión, pura pasión. Seguramente alguien objetará, enfatizando la necesidad de estar informado incluso en aspectos más técnicos, de los cuales emergen las características de los vinos. Pero esta solicitud legítima es, en cierto sentido, elegantemente ignorada por los Finetto, especialmente cuando se trata de Hurlo. Dicen los Finetto: “Hurlo representa la máxima expresión de nuestra forma de entender el vino. El secado de la uva Corvina, reina de las uvas Valpolicella, y de otras 4 uvas autóctonas veronesas, da lugar a un vino rico, con cuerpo, concentrado y dulce”. No en vano, Hurlo se produce, en edición limitada, solo en las añadas más adecuadas.
Cada botella individual está numerada y acompañada de un certificado de autenticidad. De Hestremo, el Recioto della Valpolicella docg, a Hatteso, el Amarone della Valpolicella Riserva docg, a Heletto, hasta llegar a Hurlo, el camino de investigación de Garbole se caracteriza por la exaltación de la pureza de la materia y la evolución de sus expresiones. «No hay necesidad de historia o historias para un producto que se ha convertido en una leyenda», dice Ettore Finetto. Y la leyenda habla por sí sola, a través del estilo del producto, sin necesidad de justificación alguna. La llamada «demanda del mercado» es un concepto que no parece estar en primer lugar, en el caso de los vinos Garbole.
Los clientes de Garbole son de la más alta calidad, conscientes de la singularidad del llamado factor H, expresión en torno a la cual gira la excelencia productiva de los vinos Finetto. Una clientela enfocada en el valor de los productos, dispuesta a invertir en la experiencia del sabor, sin límites. «En el sentido de que no es el producto el que tiene que adaptarse a las necesidades de los clientes, modificando y evaluando sus opiniones, sino que es el producto mismo el que se impone», reitera Filippo Finetto, en virtud de conceptos que no se pueden codificar. según las reglas reduccionistas del viejo marketing, pero que, por el contrario, crea expectación, curiosidad y carisma en torno al propio nombre, amplificando su singularidad y prestigio. De las palabras y miradas de los hermanos Ettore y Filippo Finetto se desprende un dejo de orgullo por el consenso obtenido en las degustaciones más selectivas, pero también por las continuas e incesantes solicitudes de una clientela privada de alto nivel de gasto. Garbole, por lo tanto, parece ser cada vez más la respuesta a un deseo inevitable, a la necesidad de emociones y aspiraciones profundas que hacen de la marca también un instrumento de reconocimiento social.
“No busco Garbole por su historia, sino porque responde a necesidades relacionales, así como a la realización personal de ambiciones extremas”, subraya Ettore, enfatizando una certeza cada vez más extendida entre los clientes. “Garbole será cada vez más una marca única y personalizada, elegida por aquellos que aman el lujo personal y experiencial”, se hace eco de Filippo. Los vinos de Garbole, y Hurlo en particular, están por tanto destinados a un nicho de super elite, que ocupa el lugar más alto en la jerarquía de los consumidores, en busca de lo mejor en cada sector. Es un nicho que no necesita responder a necesidades concretas y necesarias sino que, por el contrario, basa sus elecciones en valores como la emoción, los sentimientos, el «orgullo» (orgullo, pertenencia). Y de sentirse parte de un nicho muy selecto que prefiere disfrutar antes que demostrar pertenecer a un círculo de «pseudoexpertos».